En contraposición al modelo económico lineal de extracción, fabricación, consumo y eliminación, la economía verde y circular fomenta la circularidad de los flujos materiales y energéticos en el proceso de producción de un determinado producto.
La economía verde y circular, pues, tiene como objetivo la optimización del rendimiento de unos recursos finitos mediante la circulación de los productos, materiales o fuentes de energía hasta su máxima utilidad.
A la vez, también impulsa una lógica respetuosa con el medio ambiente y con el mínimo impacto ambiental posible desde las fases iniciales de la cadena de producción hasta el consumo final del producto o servicio.
Además, el impulso de este sector entronca con la voluntad de muchas ciudades de contribuir en la lucha contra el cambio climático mejorando la eficiencia energética y reduciendo la dependencia de los combustibles fósiles, así como las emisiones de gases de efecto invernadero.
Es por eso que las ciudades están introduciendo esta lógica dentro de la gestión urbana, por ejemplo, promoviendo las energías renovables, incidiendo la movilidad sostenible, el alumbrado inteligente o controlando la calidad del aire.
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